Los riesgos de las relaciones abiertas

Los riesgos de las relaciones abiertas

Las relaciones abiertas tienen varias características que las hacen extremadamente peligrosas, especialmente en el contexto de parejas que se guían por la Biblia. (Foto: Shutterstock)

En julio de 2023, el portal Aventuras en la Historia[1] registró los resultados de una investigación sobre búsquedas de asuntos relacionados a la no monogamia. De acuerdo con datos de Google Trends, Brasil era, en aquel período, el tercer país con mayor interés en ese tema, solo detrás de Australia y Canadá. El artículo mencionaba además que las investigaciones relacionadas a la no monogamia en Brasil aumentaron cuatro veces en los últimos dos años, presentando un crecimiento del 280%.

En un intento por comprender un poco más sobre el asunto, la Agencia Adventista Sudamericana de Noticias (ASN) conversó con la psicóloga Nara Gonçalves Neri Lima. Ella es especialista en áreas de sexualidad humana, disfunciones sexuales, terapia de parejas, neuropsicología; además, es docente en la enseñanza superior. Nara posee un e-book que se llama Isso não é amor o Eso no es amor en español, orientado a la temática de relaciones abusivas. 

Investigaciones sobre el tema

¿Qué mencionan actualmente los estudios sobre comportamiento, sobre la validez o no de matrimonios o relaciones abiertas entre parejas? 

Un estudio publicado en la revista Psychological Science[2] usó datos de 204 matrimonios de recién casados. E identificó que las personas que buscan como solución para los problemas en su matrimonio la socio-sexualidad, sexo no comprometido, presentan un aumento significativo de las discordias y la disolución de la relación. Esa libertad que el matrimonio cree que están conquistando puede ser falsa y pasajera. Tienden a convertirse en rehenes de la inseguridad y de la constante duda de si son lo suficiente uno para el otro. La falta de estabilidad en esas relaciones, desconfianza, celos, hacen que muchas personas se involucren en relaciones tóxicas o abusivas.  

Origen de la práctica

¿Qué dicen su conocimiento y estudios acerca de lo que puede ser el origen de este tipo de práctica actualmente?  

La necesidad incesante de estar con alguien, y muchas veces, el miedo de quedar solo hace que muchas personas se permitan vivir el deseo del otro. Según los relatos que escucho, y por mis estudios, la falta de referencia en nuestro hogar primario (padre y madre) ha potenciado esa búsqueda incesante de ser “feliz”. La falta de responsabilidad afectiva, y muchas veces la falta del amor propio, hacen que muchas mujeres se permitan vivir tal condición; muchas veces no es lo que desean, pero el miedo y la inseguridad las lleva a mantener ese tipo de relación.  

Confrontación con los principios bíblicos  

A la luz de la Biblia, ¿cómo puede verse este tipo de comportamiento? 

La Biblia es muy clara sobre la monogamia; en 1 Corintios 7, podemos ver la bellísima indicación de nuestro Dios cuando dijo: “La mujer no tiene potestad sobre su propio cuerpo, sino su marido”, sin mancionar que es un mandamiento. Es indiscutible, por más que el mundo intente “normalizarlo”, existen varios textos bíblicos en las Escrituras que nos advierten sobre esa práctica (1 Corintios 6:16-20; 6:9; 2 Corintios 12:21; Efesios 5:7; Colosenses 3:7; Hebreos 13:4; Marcos 10:8) y el mal que puede causarnos a todos. A la luz de la Biblia, podemos llamarla claramente promiscuidad. 

Por su experiencia con matrimonios con este tipo de sexualidad más abierta, que escapa del modelo en el que solo un hombre y una mujer se relacionan sexualmente solo dentro del matrimonio, ¿puede ejercer algún tipo de efecto sobre el matrimonio y el desarrollo integral de las personas? 

Varios, no solo psicológicos sino también físicos. Primero, necesito señalar que para que una persona tenga el deseo de mantener relaciones sexuales con otras personas y no tener compromiso solo con una, ya se puede identificar una disfunción incluida. Cuando no tenemos una familia estructurada con funciones bien definidas por padre y madre, iremos perdiendo nuestra referencia y la buscaremos en algún otro lugar.  

Somos seres biopsicosociales y espirituales, y lo que vemos hacer a nuestros padres influencia de manera directa nuestro comportamiento futuro. La falta de responsabilidad afectiva de un padre hacia la madre, la falta de amor y cariño en la infancia, la falta de educación sexual y diálogo hacen que se busque eso en las personas. Todo eso revela mucho más sobre un vacío que no puede ser llenado, que se va buscando a lo largo de la vida un significado en el otro. O sea, el otro me completa, y yo quiero siempre más, así, por esos modelos creados por la sociedad de que necesito satisfacer mis deseos y no buscar lo que me lleva a esas “faltas”.  

Así, muchos buscan caminos establecidos por el medio en donde viven. Y no podemos dejar de resaltar que la práctica sexual con varios compañeros puede ocasionar varias disfunciones sexuales (anorgasmia, trastorno de interés/excitación sexual femenino, trastorno del deseo sexual masculino hipoactivo, eyaculación precoz, eyaculación retardada, disfunción eréctil, entre otros), además de trastornos psicológicos como depresión y ansiedad. 

Consejos importantes

¿Qué consejos, dentro de una óptica cristiana y bíblica, les daría usted a matrimonios que tal vez consideren este tipo de relación abierta, con varios compañeros, aunque de manera consentida? 

Eso de “consentida” es una falsa ilusión. He atendido pacientes cristianos que buscaron esa práctica e inicialmente fue “divertido”, pero mantener una relación sin compromiso genera mucha inseguridad y esa validación no se sustenta. Así como muchas cosas en nuestra vida, existe una línea tenue sobre la sexualidad, como dice el apóstol Pablo en 1 Corintios 6:12: “Todas las cosas me son lícitas, mas no todas convienen”. 

Yo puedo todo, pero ¿debo? Cuando la Biblia habla acerca de que el cuerpo es templo del Espíritu Santo, está hablando sobre la inmoralidad sexual, pues necesito cuidar de mi cuerpo. No solo en lo relacionado al alimento, sino sobre quien me toca, y cómo hago el acto más puro que Dios dejó para el casamiento, el sexo. Dejar a una persona que no conoce lo mínimo sobre usted que entre en su intimidad es casarse con ella, es falta de respeto a Dios y a usted mismo, es falta de amor propio e infringir irrespetuosamente el templo donde habita Cristo.  

Si un matrimonio necesita de una tercera persona en la relación, algo está mal entre ellos, pues tenemos más de 800 zonas erógenas en el cuerpo, las cuales nosotros mismos ni conocemos. Por una influencia de la sociedad, queremos el camino más fácil, buscar a otro que me haga liberar más dopamina.  

Búsqueda espiritual 

¿Qué le diría usted a quién está viviendo esa realidad? 

Busque ayuda, porque si ya no logran sentir placer tocándose uno al otro, vayan en dirección a algún tipo de apoyo. Las parejas ya no conversan, el sexo se volvió función del matrimonio, y la diversión mutua entró en marasmo. Los matrimonios necesitan buscar y entender el verdadero sentido de estar casados. El placer por sí solo no mantiene ninguna relación; lo que la sustenta son compañerismo, fidelidad, reciprocidad, intimidad, complicidad, respeto, cariño, toque, comunicación, diálogo, diversión y afecto. Esos son sentimientos que fundamentan el amor.  

Cuando yo amo a alguien, lo respeto, pero recuerden: todo está siempre limitado a la máxima de “así dice el Señor”. El parámetro para una vida saludable y feliz no son nuestros deseos, sino la Palabra de Dios (Jeremías 179:10). Las personas hoy no saben que es amar, pues amar es una elección, y no solo está en relación con lo que usted quiere, sino sobre a lo que ambos desean juntos siguiendo las orientaciones de la Palabra de Dios. 

Escrito por: Felipe Lemos

Fuente original: adventistas.org/es