La dependencia digital de niños y adolescentes
La dependencia digital, así como la sobreexposición a las pantallas en general, se ha convertido en un tema de debate global. Padres y educadores buscan salidas para enfrentar un problema que ha producido efectos aparentemente más dañinos en la mente de niños y adolescentes. El tema también merece la atención de los religiosos, igualmente preocupados por los efectos espirituales.
La Iglesia Adventista del Séptimo Día tiene la visión de que las tecnologías digitales pueden y deben ser utilizadas para la predicación del evangelio. Al mismo tiempo, la denominación cuenta con varios proyectos, programas y materiales que enseñan a niños, adolescentes y a sus padres a mantener una vida saludable sin ningún tipo de adicción o dependencia, incluida la digital. Es decir, la visión general de los adventistas del séptimo día es la de una convivencia más equilibrada entre niños, adolescentes y jóvenes y la tecnología digital.
La Agencia Adventista Sudamericana de Noticias (ASN) decidió tratar de entender algunas implicaciones del tema desde la perspectiva de un profesional que trabaja con neuromarketing. Billy Nascimento es adventista del séptimo día, biomédico, magíster y doctor en neurofisiología por la Universidad Federal de Río de Janeiro. Es CEO de Forebrain, empresa pionera en investigaciones de neuromarketing en Brasil, y consultor en Ciencias para Educación del Sistema de Enseñanza Verbum, centrado en escuelas católicas. Se desempeña desde hace más de 20 años en la intersección entre ciencia, tecnología y estrategia, liderando investigaciones que transforman emociones y decisiones humanas en datos objetivos para marcas y organizaciones.
Como profesional que investiga el universo digital y la mente humana, ¿cómo percibe los cambios de comportamiento en niños y adolescentes hoy en día con respecto al uso excesivo de pantallas en distintos tipos de relaciones?
Lo que estamos viviendo hoy es un cambio de escala y profundidad sin precedentes. El entorno digital ha dejado de ser solo un espacio de entretenimiento; hoy es una arena de construcción de la identidad emocional, cognitiva y social. El problema radica en los excesos de sobreestimulación presentes en estas tecnologías, que hacen que los usuarios no «usen» pantallas, sino que vivan en ellas. Si esto es determinante y potencialmente peligroso para los adultos, imagínese para los niños.
Hay un verdadero secuestro del sistema de recompensa neuronal, lo que genera una sobreestimulación anticipada de experiencias emocionales y sociales que, tradicionalmente, solo ocurrirían más adelante, cuando el aparato neuropsicológico estuviera más maduro para procesarlas. La consecuencia es una aceleración artificial del desarrollo psíquico, pero sin el sostén afectivo y moral adecuado para la toma de decisiones, lo que conduce a tragedias como las muertes resultantes de desafíos absurdos que hemos visto últimamente.
Influencia en el aprendizaje
Según sus estudios y práctica profesional, ¿hasta qué punto, este tipo de dependencia digital en generaciones más jóvenes, puede resultar en alteraciones significativas en áreas como el aprendizaje, por ejemplo?
A mediano y largo plazo, el uso intensivo asociado a comportamientos de adicción tiende a afectar tres pilares fundamentales del aprendizaje: atención, memoria y autorregulación. Las plataformas digitales, basadas en modelos de refuerzo intermitente, minan la atención sostenida, promueven una memoria fragmentada y dificultan el desarrollo de la gratificación tardía, esencial para procesos de aprendizaje más complejos y profundos.
El resultado puede ser una generación con una capacidad extrema para realizar múltiples tareas superficiales, pero con una creciente dificultad para enfocarse, analizar críticamente y pensar de forma sistémica. Mire, esto ya está ocurriendo entre los adultos. ¿Cuántos libros leía en 2015 y cuántos lee hoy? Ahora, si esto ya perjudica el cerebro adulto, ¿imagina el daño en un cerebro en desarrollo?
Neuromarketing
¿Qué mecanismos de neuromarketing han sido empleados por las plataformas digitales para prolongar la permanencia de niños y adolescentes en línea, y qué consecuencias neurocognitivas y éticas puede acarrear esta sobreexposición para su desarrollo?
Yo diría que estas plataformas utilizan un sofisticado conjunto de conocimientos derivados de las ciencias del comportamiento, que incluyen la psicología cognitiva, la psicología social, la economía conductual y las neurociencias. No es solo un constructo, como el neuromarketing, lo que fundamenta la capacidad de construir una ingeniería conductual sofisticada como, por ejemplo, los mecanismos de recompensa variable, notificaciones persuasivas, bucles de retroalimentación social y algoritmos que aumentan el tiempo de exposición. Este sistema induce una sobreexposición que interfiere en la plasticidad neural, promoviendo estados de hiperexcitación y, paradójicamente, apatía prolongada. Lamentablemente, lo que vemos es que las plataformas, que tienen un enorme potencial para influir en favor del bienestar mental, terminan profundizando el secuestro del deseo y de la atención, representando una de las mayores fracturas morales de nuestra era.
Sugerencias prácticas
¿Cuál es su sugerencia para padres y educadores con respecto a lo que pueden hacer para ayudar a niños y adolescentes a usar equilibradamente dispositivos y sistemas de inteligencia artificial, que hoy en día son adoptados ampliamente desde edades muy tempranas?
Creo que el trabajo de Jonathan Haidt, en su libro La generación ansiosa, nos ayuda a definir pilares claros:
- Esperar al menos hasta los 14 años para que el adolescente tenga un teléfono inteligente. Antes de eso, o que no tenga celular o que use un “dumbphone”, un celular sin acceso a internet ni redes sociales.
- Tener perfil y participar en redes sociales solo después de los 16 años.
- Prohibición del celular en las escuelas (logrado a nivel nacional en 2025).
- Desarrollar la independencia y la responsabilidad de los niños en el mundo real, por ejemplo, mediante juegos no supervisados. La experiencia intensa en el mundo real ayuda al niño a salir de la fantasía del universo digital.
Además, necesitamos desarrollar habilidades metacognitivas desde temprano: autoconciencia, gestión del tiempo, construcción de hábitos saludables, porque inevitablemente el celular y/o internet traerán consecuencias, incluso en la vida adulta.
Autor: Felipe Lemos
Fuente: Noticias Adventista Sudamérica.